Hola hola. Como todos los domingos, les dejo algunas cosas raras, sorprendentes y maravillosas para esta semana:
1.- En días de estrés, todos estamos un poco idiotas. Como dice Soledad Fariña «Falta la calidez de lo cercano«. Tengámonos paciencia, a otros, otras y nosotras mismas.
2.- Cosas que no existen: palabras que no existen. El apocalipsis no llegará. Criaturas que ya sabemos no son reales .
3.- Los misterios del océano-mar: esta crónica que cuenta la aventura de llegar en submarino al fondo del océano, considerada la última frontera de este planeta es realmente emocionante, como leer esos viejos cuentos de exploradores (y exploradoras) que llegaban con pulso y locura a lugares remotos e increíbles.
4.- No quiero ganar. No quiero de ninguna forma contribuir a esa sensación que tenemos que «ganarnos un espacio en el mundo”. Nos hemos ganado la oportunidad de vivir esta extraña y maravillosa vida por el solo hecho de despertar hoy.
5.- Una colección de entretenidas, poderosas e inspiradoras cartas de artistas. Hay correspondencia de Michelangelo, Salvador Dali, Frida Kahlo, Artemisia Gentileschi, Oscar Howe, Martin Scorsese, Henri Matisse, Mick Jagger, Augusta Savage, Vincent van Gogh y más.
6.- ¡Feliz cumpleaños al Museo de la Solidaridad Salvador Allende! Mi museo absolutamente favorito, y cuya exposición “Rojo” me quedó TAN pendiente (iba a inaugurar cuando nos cayó la primera cuarentena encima en marzo). Les invito a revisar su tremenda colección con el nuevo filtro de “color predominante” (obviamente hay que partir con el rojo).
7.- Un gusto para los ojos: estas obras de Liva Isakson Lundin, a medio camino entre lo elástico y lo rígido, el acero y la goma, el peso y la ligereza. También las plataformas Ondamedia (el «netflix» chilensis como dicen algunes, con películas, series, documentales, entre otros) y Escenix.cl (plataforma de artes escénicas, principalmente de teatro y danza, pero también musicales y stand-up).
8.- Un gusto para los oídos: un robot de Olafur Eliasson toca una misteriosa composición de Hildur Guðnadóttir.
9.- Estos días he estado leyendo dos compilados de ensayos, de dos tremendas mujeres contemporáneas. Una, más cercana y con más años vividos, es Diamela Eltit con su libro «Réplicas»; la otra, más joven y lejana territorialmente hablando, es Zadie Smith y su libro «Feel free». Ambas exploran el impacto del neoliberalismo en el pensamiento plural y multicultural; la relación entre arte/literatura y vida; y destacan la importancia de la comunidad, el espacio público, el encuentro y desencuentro libre y transformador.
10.- Siempre es mejor preguntarse que saber. Y sobre todo: no olviden aburrirse.
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«Nos preguntan los poetas de aterradores bigotes,
los académicos polvorientos, afines de las arañas,
los nuevos escritores asalariados,
que suspiran porque la metafísica de los caracoles
les cubra la impudicia:
¿Qué hacéis vosotros de nuestra poesía azucarada y virgen?
¿Qué, del suspiro atroz y los cisnes purísimos?
¿Qué, de la rosa solitaria, del abstracto viento?
¿En qué grupo os clasificaremos?
¿En qué lugar os encasillaremos?
Y no decimos nada.
Y no decimos nada.
Y no decimos nada.
Porque aunque no digamos nada,
los poetas de hoy estamos en un lugar exacto:
estamos
en el lugar en que se no obliga
a establecer el grito.
(Ah, como me dan risa los antiguos poetas
empecinados en vendarse los ojos
y en embadurnar de pétalos y de pajarillos famélicos
la giba del dolor anonadante
que se encarama sólida
encima del hombro positivo universal
desde el primer amanecer y el primer viento,
y que se olvidaron del hombre)
Estamos
en el lugar exacto que la noche precisa
para ascender al alba.
(Muchos poetas inclinaron sus insomnios antiguos
sobre la fácil almohada azul de la tristeza.
Construyeron ciudades y astros y universos
sobre la anatomía mediocre
de un nido de muñecas cristalinas
y exilaron la voz elemental
hasta planos altísimos, desnudos
de la raíz vital y la esperanza.
Pero se olvidaron del hombre.)
Estamos
en el lugar donde se gesta definitivamente
la alegría total que se atará a la tierra.
(Ay, poetas,
¿Cómo pudisteis cantar infamemente
a las abstractas rosas y a la luna bruñida
cuando se caminaba paralelamente al litoral del hambre
y se sentía el alma sepultada
bajo un volcán de látigos y cárceles,
de patrones borrachos y gangrenas
y oscuros desperdicios de vida sin estrellas?
Gritasteis alegría
sobre un hacinamiento de cadáveres,
cantasteis al plumaje regalón
y las ciudades ciegas,
a toda suerte de tísicas amantes;
Pero os olvidasteis del hombre).
Estamos
en el lugar donde comienza el astillero
que va a inundar los mares con sonrisas lanzadas. «
-Canto a nuestra posición (extracto), Roque Dalton