“El arte es una inutilidad absolutamente indispensable” – Cildo Meireles

Caminar por la exposición de Cildo Meireles (uno de los artistas contemporáneos más importantes de Brasil) conjura muchas ideas: el azar, el exceso, la idea de tejidos invasores, de sustancias extrañas que sobrepasan y contaminan todo. Un caos de hilos negros derramados sobre el edificio actúan como un circuito ilimitado, un ovillo de alegorías que se presta para proyectar sobre él una serie de significados diversos.




La principal obra expuesta se llama “La Bruja” y ha recorrido gran parte del mundo desde que se mostró por primera vez en la Bienal de Sao Paulo en 1981, donde tuvo un “tímido” inicio compuesta por tan solo 2.000 kilómetros de hilos, causando caos al infiltrarse en obras cercanas cuyos artistas se vieron invadidos por su espesor. Hoy, se presenta por primera vez en Chile con una materialidad de 7.000 kilómetros de textil salpicado en el Centro Nacional de Arte Contemporáneo Cerrillos. Como se aprecia en las fotos, este ha sido intervenido en su totalidad por densos y oscuros hilos – una madeja desmadejada que a ratos parece ser eterna y que se acumula en montones, se mezcla, se enreda, cuelga del frontis, de paredes, techos y terrazas, e invade hasta el concreto que rodea el exterior del edificio, como una araña de largas y delgadas patas negras (para los fanáticos de Stranger Things, no me deja de recordar los tejidos vitales que cubren al Upside Down). Esto no significa no exista un cierto orden: si se siguen los hilos que entran y salen de salas y pasillos como de un laberinto, se llega finalmente al origen: una humilde escoba apoyada contra una esquina en el segundo piso del edificio, de cuyas entrañas surgen hilachas negras e indescifrables. Hemos encontrado a La Bruja.

La Bruja evoca imágenes ilimitadas. Sobre un muro cuelgan hilos horizontales como cuerdas de guitarras. Otros montones me hacen pensar en termiteros; en el suelo se apelotonan hebras como si fuesen medusas, o cochayuyos que dejó una marea invisible, o incluso los deshechos que con cada vez más frecuencia se acumulan en las playas de nuestro país. Parecen pelos densos y espesos, hasta el punto que se hace casi peligroso caminar (en mi opinión, no estaría de más una advertencia en la entrada para que el público camine con cuidado).

En resumen, La Bruja se nos aparece como una metáfora imponente y compleja. ¿De qué? Como toda metáfora, La Bruja es multifacética, indefinida e indeterminada. En La Panera, Marilú Ortiz hace una lectura en que la compara al Amazonas, territorio indomable que se ha convertido en un espacio de conflicto económico y ecológico, donde distintas fuerzas intentas domar y controlarlo – idea que el artista recibe feliz, donde La Bruja aparece como profeta de lo que ocurre hoy. Meireles señala que su propio padre –y por ende su historia – están profundamente ligadas a esta selva, pues el primero fue contratado por el Servicio de Protección a los Indígenas, rol en el que debió viajar por la zona y conocer íntimamente a sus habitantes indígenas, siendo testigo no solo de su forma de vida y costumbres sino que también del racismo que experimentan y la agresividad que existe hacia ellos. Meireles también ve en La Bruja un relato sobre el consumismo hoy, un derroche irreflexivo e incesante que en razón del marketing, la producción continua, y la idea inconsciente de que gastar subsanará nuestras necesidades y llenará nuestros vacíos, crea una producción sin fin de bienes y servicios que nos satura y bombardea.


Por otro lado, la curadora de la exposición, Juliana Gontijo, ve en La Bruja un relato sobre el todo y las partes, que a través y a pesar de de su extensión y sus fragmentos se aparece como un todo continuo. Alude a la física cuántica, la cual afirma la existencia de un tejido que nos vincula, de un universo en el que es imposible la separación, tanto del espectador y la obra como del sujeto y el objeto. Somos partes de una todalidad interconectada, visión que se enfrenta a las ideas cartesianas de la realidad, que clasifican, separan, y compartimentalizan.
En una lectura paralela, se nos aparece una escoba paradójica que “ensucia en vez de limpiar” como dice Gontijo, creando un caos que se derrama sobre el CNAC, contaminando e invadiéndolo con lana rebelde, en un circuito con pretensiones de infinito que sin embargo empieza y termina en la escoba de la que surge. De esta forma, “la obra se funda en la paradoja del orden y el caos” como dice el mismo Meireles. La escoba aparece como un intento por ordenar, limpiar, clasificar y contener a esta bruja chascona, revolucionaria y subversiva.

Este complejo entretejido, en su devenir por el edificio, se vincula y mezcla con otras obras del artista. En una sala en el segundo piso Volumes Virtuais (1968-1969) se nos aparece en una construcción arquitectónica en base a hilos rojos que crean estructuras tridimensionales en el vacío: nuevamente orden y desorden se encuentran y conversan. En otras dos salas del primer piso lo táctil y visual interactúan con el sonido, dando aún más profundidad sensorial a la exposición. Es la obra Mebs/Caraxia (1970, 1971), verdaderas “esculturas sonoras”, como las llama Gontijo, pues fueron creadas a partir de bosquejos de espirales, cuya geometría es la base de construcciones tan distintas como una galaxia o un caracol.
De hecho Mebs es el nombre de un matemático, y Caraxia es una palabra compuesta a partir de “caracol” y “galaxia”. Los dibujos de espirales dibujan ondas que a través de un oscilador de frecuencia crean estas bandas sonoras, “construyendo un espacio en el tiempo”. No es coincidencia que caracoles y galaxias son conceptos que también nos remiten al universo y a la exactitud de las matemáticas (pensemos en la razón áurea). Así, son esculturas cuya materialidad, el sonido, busca representar la matemática y la física, el cosmos, y la polisemia.
No hay que dejar de mencionar que la instalación “Cerca de Lejos” se produce en el contexto de Bienalsur, importante evento internacional que comenzó el 2017 en la Universidad Nacional Tres de Febrero (Buenos Aires) y que en su versión este año abarca 21 países, 45 ciudades, y 110 sedes. En Chile, además de “Cerca de Lejos” en CNAC estará presentando en el Museo Nacional de Bellas Artes con la artista Elda Cerrato; en el Museo de Arte Contemporáneo con la artista Martha Rosler; en el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos con la artista Graciela Sacco; y en Matucana 100 con la artista Katia Sepúlveda.
Recomendado: bastante, aunque para los que no son taaan fanáticos del arte ir a ver una sola exposición tras lo que para la mayoría es un largo trayecto (ya sea en transporte público o privado) puede hacerse un poco pesado. Para los que sí son fanáticos, me parece una visita obligada, pues es un honor tener a uno de los artistas latinos contemporáneos más importantes por primera vez en nuestro país, con una obra que se ha hecho famosa en todo el mundo. Los invito a caminar por La Bruja, a escuchar los sonidos de galaxias y caracoles, y proyectar sus propias narrativas sobre ella.
Dónde: Centro Nacional de Arte Contemporáneo, Avenida Pedro Aguirre Cerda 6100, Cerrillos.
Cuándo: 20 de Junio a 15 de Septiembre, martes a domingo de 10:00 a 18:30 horas.
Cuánto: Gratis 🙂