Hoy entrevistamos a Camila Alegría: artista, curadora, docente, investigadora. A través de su Instagram @reescribirlahistoria, comparte historias de artistas, conocidas y desconocidas, famosas y no tanto. Además, ha realizado una investigación personal que se convirtió en el curso “Vanguardias: una revisión feminista” que dicta en el Centro Cultural Los Piñones, y que está preparando para ofrecer online. Proponiendo la metáfora de una arqueología de historias, nos instó a hablar sobre dos mujeres artistas. Elsa von Freytag-Loringhoven, también conocida como «la baronesa», artista Dadá y poeta provocadora, fue parte activa de la escena artística neoyorquina de principios del siglo XX. Y Alice Guy, la primera persona en filmar una película, en pensar que con una herramienta nueva como la cámara se podían contar historias y trabajar un guion con personas para relatar algo con principio, desarrollo y final. En otras palabras: que se podía hacer cine. Hizo más de mil películas, a pesar de lo cual murió en el anonimato. La trayectoria de ambas mujeres ha sido invisibilizada del canon de sus respectivas disciplinas, así como sus logros, obras e historias. La pregunta de Camila, provocadora y necesaria: ¿Por qué será tan peligroso que cuando las personas estudien la historia de algo se percaten que las primeras personas en hacerlo (Alice Guy) o aquelles que «mejor» lo hicieron (la Baronesa Dadá) tenían vagina?
Es viernes en la tarde; hace unos días gran parte de Santiago y Chile entraron en cuarentena, sin fecha de término. Por lo menos dos semanas, dicen las noticias. Estoy cansada; siento que empieza todo de nuevo, y que tengo menos fuerzas para enfrentarlo que la vez pasada; cuando todavía todo era nuevo, y pensaba que cocinaría todas las recetas, leería todos los libros, y haría todos los cursos online que se me ocurrieran. Sin embargo, siempre es una alegría ver la cara sonriente de Paula Valenzuela, artista y co-gestora del proyecto. Tiene una nueva chasquilla desde la última vez que la vi. “¿Cosas de cuarentena?”, le pregunto. “Cosas de mi vida” me responde, riendo. Experimentar con su pelo es parte del cotidiano de siempre.

Aparece Camila: nos acomodamos en nuestros asientos, sonreímos a la pantalla. Les cuento que esta semana ha sido agotadora; me desahogo un poco. Hablamos de las ganas de ver gente, de sentir cuerpos, chocar en la calle, no estar con mascarillas. Nos contamos con quiénes estamos viviendo la cuarentena, y nos reímos al saber que las dos estamos casadas. De que es lo mismo, pero en verdad no. De ocio, y brechas de género en el ocio. Hablamos de ese machismo internalizado que tenemos, y cómo seguimos describiendo conductas sexistas en el diario vivir. También de la normalización de Donald Trump y su discurso misógino y racista. De la dificultad de criar hijas y la dificultad de criar hijos (Foto: Alice Guy).
Camila: Quiero decir algo antes de empezar. Participo, pero con reticencias: hoy todos estamos bajo el escrutinio público y personal, y debemos ser críticos de aquello que hablamos y que decimos. Lo que decías de la crianza, lo pienso en relación a mi labor de docente. Pienso “voy a hacer una clase, y hay personas que van a estar escuchándome en ese rol de autoridad del conocimiento”. Y es súper necesario que se entienda que mi voz es mi voz; que estoy narrando algún acontecer social e histórico como yo lo he ordenado en mi cabeza. Y también tener presente esa responsabilidad que debemos tener en cuanto a los términos que usemos, las palabras específicas, para no perpetuar justamente lo que veníamos hablando, esas cosas que se van filtrando en el inconsciente, parte de sistemas patriarcales, capitalistas, exitistas. Una razón por la que participo es porque pienso que es una herramienta que nosotros podemos tomar a nuestro favor, la tecnología y la globalización, dejar de centralizar o institucionalizar ese conocimiento o debate. Hace tiempo hueveo con la idea de hacer un programa que se llame “conversaciones que importan” y que sean conversaciones grabadas con mis amigues, que me parezcan pertinentes, rescatables. Como empezó a pasar en el estallido social, que algunas personas empezaron a hacer periodismo personal, de fuentes propias, sin tendencias, sin sesgos, sin amiguismo. Por eso me parece bacán este proyecto.
Victoria: Creo que todes tenemos sesgos, y es bueno visibilizarlo. Yo hago clases de museos y hice una clase de museos memoriales, y hablábamos sobre la clásica duda, “qué pasa con el otro lado”. Y no hay dos lados, les decía. Hay miles, millones de “lados”. No hay “una” víctima, o “un” perpetrador. No son dos grupos homogéneos, en que la responsabilidad o los sufrimientos, las perspectivas, las opiniones son iguales. Esa idea de universalizar las experiencias -que ya lo hablábamos por correo- tiene mucho que ver con el eurocentrismo, la idea que tenemos tan metida en la cabeza de que “lo objetivo” es la mirada de un hombre, blanco, clase media-alta europeo o gringo. Pero esa es la persona que probablemente tiene más puntos ciegos, porque es la persona que menos se da cuenta de su sesgo. Cree que es universal. A mi marido hablando de feminismo le decía: “Tú nunca has tenido que caminar a una estación de micro o metro con susto”. No saben qué se siente. Mientras que disidencias sexuales, alguien con piel de color, de clase obrera, sí. Mi marido no conoce esa sensación y probablemente nunca la va a conocer; aunque se vaya al extranjero y sea, técnicamente, migrante. Igual es rubio, tiene una cierta cara, una cierta ropa, su cuerpo se expresa – hablábamos el otro día en clases del capital cultural también- cómo llevamos nuestro cuerpo, cómo nos manifestamos, nuestra seguridad al hablar. Entonces todas esas subjetividades son de lo más lindo que está saliendo ahora, y los registros biográficos y autobiográficos, sobre todo de mujeres y disidencias, súper potente. Porque a pesar de ser muy individuales y localizadas, en un territorio, en un aquí y un ahora, transmiten una experiencia que le es universal a las personas que hemos estado “fuera”, de una u otra forma. Que resuena y logra empatizar.

Paula: A mí me este proyecto me gusta mucho, porque básicamente es una conversación entre tres personas. Nos escuchamos como seres humanos, mujeres, pensantes, cada una vinculada al arte, a la estética, a la gestión… es ir entrelazando eso, esas experiencias personales. Te propuse, flaca [le dice a Camila] porque me interesa tu opinión y crítica y estudios, pero también me interesa hilar en Camila Alegría, finalmente queremos escucharnos, conocer a un personaje. Parte por eso. Le escribo a la Victoria porque me gustó su artículo, me gustó su cabeza, lo que escribió, tengo que contactarle, ¡le quiero escribir! Fue un acercamiento muy humano. Y para mí esta entrevista también es un momento súper liberador. Atrás de esa docente hay una persona, una mujer, con ciertas visiones país, de la escena cultural, el momento histórico, etc. Así que “yastá boludo” [risas] (foto: Alice Guy).
V: Claro. Para mí esto comienza desde la idea de “cuidar”. Ver que lo estamos pasando mal -algunos más y otros menos- son días difíciles, la escena cultural está en un mal momento, y esto da inicio a una reflexión de cómo puedo contribuir a cuidar. Cómo yo, desde mi lugar en el mundo, desde mis habilidades, puedo contribuir. Y ahí se suma la Paula, y como bien dice, es algo muy humano, que avanza día a día, muy libre, de nosotras. Un poco de lo que vamos a hablar hoy día ¿no? Estaba leyendo un artículo de Siri Hustvedt, que ha escrito mucho sobre Elsa. Y se pregunta por qué estas artistas quedan fuera de la historia del arte. Ella no cree que los hombres sean monstruos que tratan de ocultar los logros de mujeres. Más bien, se pregunta qué nos han metido en la cabeza que nos cuesta tanto imaginarnos a una mujer pionera del Dadá. ¿Cómo te metiste en esto Camila? ¿Cómo llegaste ha dedicarte a desenterrar historias de este tipo?

C: Bueno empieza porque estaba viviendo en España, y el movimiento feminista estaba muy fuerte acá. Una de las razones para mí de volver era porque quería ser parte de esta lucha – además de cosas más prácticas, laborales. Entonces por un lado está esa visión feminista: yo desde que tengo uso de razón me considero feminista, sin saber antes ponerlo en palabras. Desde muy pequeña, no por temas de abuso, pero viví desde muy pequeña la diferencia que existe entre un niño y una niña. A mí siempre me gustaron las cosas de niños. Entonces vi como se me negaban cosas, como me sacaban de lugares, porque había algo que estaba en todos lados e imposibilitaba mi desarrollo en ciertos espacios. Sin embargo, no tenía presupuestado unir esas dos inquietudes – mi lado intelectual, artístico, y mi lado feminista. Pero cuando llegué de vuelta a Chile, con ganas de hacer muchas cosas, de reconectarme con gente, con lugares, con posibilidades, una de las cosas que hice fue sentarme un día y pensar “qué quiero hacer”. Y echaba mucho de menos hacer clases, estar en la escuela, en la sala de clases. Aunque tenga reparos con lo que es una universidad, echaba de menos esa instancia, el compartir, la camaradería, qué se yo. Entonces dije, “de qué quiero hacer clases”, y empecé a escribir distintos cursos. Había uno solo teórico, que era una revisión de las vanguardias (Foto: Elsa von Freytag-Loringhoven).
No tenía un enfoque feminista ni nada, sino que era algo caprichoso mío, yo quería mirar a los artistas de las vanguardias y ponerlos en el mapa y comprenderlos mejor. En una primera etapa empecé a hacer una lista de artistas. La visión del arte del siglo XX, eurocéntrica, cómo nos han enseñado, me hacía pensar “quiénes son los infaltables”. Quienes son LOS infaltables. Y cuando ya tenía más o menos lista la lista, me di cuenta de que tenía un porcentaje muy mayor de hombres que de mujeres o disidencias. Entonces ahí fue que dije, no. Yo NO puedo hacer algo así. Yo ya tengo el conocimiento de las experiencias que han tenido que pasar las mujeres en el arte, y no solamente dentro del arte, también su contexto…y luego cuando pasan a la historia y aparecen agentes externos a decidir qué es importante y qué no, se da una segunda etapa de que, si no se nos borra a la primera, se nos borra a la segunda. Entonces sabiendo esto, no puedo ser una más que perpetúe esta asimetría que no es real -independientemente de si soy feminista o no. El registro de lo que ha sido la historia está en deuda con esas autoras. Y ahí se va desglosando cada vez más: las mujeres negras, las mujeres africanas, las mujeres disidencia. Entonces ahí dije bueno, me voy a preocupar sin decirle a nadie, sin ponerle a mi curso “lecturas feministas” ni mucho menos, voy a preocuparme de que estemos un poco más a la par. No necesariamente 50/50, pero que haya cierta coherencia. Y ahí me empecé a dar cuenta de lo difícil que era, llegar a esas mujeres. Incluso de las que se sabe es difícil, por ejemplo, encontrar imágenes. Las imágenes de Lee Krasner (que cambió su nombre de Lenna a Lee para ser más ambigua, algo que han hecho muchas mujeres), si vas a google la resolución de las imágenes de ella no se comparan con los miles de kilobytes que tienen las imágenes de Pollock. Y esas son las que se conocen. Entonces las que no se conocen es muy difícil llegar a ellas. Por eso te decía que es un ejercicio como de desenterrar, de arqueología.
V: Es potente la metáfora de una imagen “pixeleada”, que es difícil llegar a ella, como que tuviera un velo… y ahí también ahí hay un trabajo. Tú decías que había dos dificultades, primero como artista, y después un canon que te saca. Pero, además, otra mujer después tiene que ir y hacer el trabajo, un tercer trabajo, para sacarte a la luz. ¿Cómo lo hiciste? ¿Cómo empezaste a googlear, buscar, seguías algún hilo en especial?
C: Irónicamente, la única forma que tenemos de llegar a ellas era a través de ellos. O sea, cada vez que yo leía en la biografía de uno de los artistas que yo estaba revisando, que ese artista tenía una hermana que pintaba, o una madre que escribía, o una abuela que tejía, iba a ese nombre, y luego al otro, y luego al otro. Si leía que la hermana pintó 4 acuarelas, eso era significativo: si ya aparecía ese dato, uno dice algo puede haber por acá. Si hubieran sido sólo 4 acuarelas no habría salido el dato en el documento. Eso es lo cuático también, que muchas de esas mujeres pasan a la historia como las “amantes de”. O “la secretaria de”. Entonces ahí es donde una tiene que dedicarse a buscar.

V: ¿Cómo se llama la de Picasso? Se me fue el nombre, la que fue considerada musa muchos años, pero fue artista en su propio derecho en París. De ahí la busco, es una historiaza. He leído entrevistas a sus hijas, sobre cómo a su arte nadie quería darle espacio porque se estaba “saliendo de su rol”. Por ser amante, de cierta forma, debía renunciar a tener éxito en su carrera [Nota: es Dora Maar, pintora y fotógrafa. Acá más información sobre ella]. Bueno como Alice Guy, que siguió a su marido a Estados Unidos (foto: Alice Guy).
C: Claro sí. En el caso de Alice, ella se fue un poco a eso, con experiencia de cine en el cuerpo, y en Estados Unidos hizo su propia productora, Solax. Que me da risa, “solax”, como un augurio de lo que significa ser artista, vas a estar solax [risas].
V: ¿Por qué Elsa y Alice? Cómo llegan a estar conversación, para acá.
C: Me parecieron los casos mas reveladores. Extrañamente llegué a ella no desde el mundo del arte, sino que desde el mundo de narrativa. Yo tomé un curso de narrativa con un escritor, Diego Zúñiga, que es lo máximo. Él nos hacía leer muchas autoras, chilenas, argentinas, gringas, y un día nos pasó dos relatos biográficos de un escritor argentino, Juan Forn. Y uno de ellos se llamaba “La baronesa”. Y ese texto era una biografía relatada por él sobre este personaje, Elsa, medio alemana, medio polaca, que llegó a Nueva York al edificio que vivía Duchamp. Les quiero leer el comienzo.
“Miren con qué gracia baja esa mujer del vagón celular de la policía que se la llevó arrestada por exposición indecente y escándalo en la vía pública. Estamos en Nueva York en 1917. La dama en cuestión tiene el pelo cortado al rape y teñido de rojo, dos latas de tomates como corpiños, cucharitas de café colgando como aros de sus orejas, los labios pintados en tinta negra, estampillas fuera de circulación como colorete en las mejillas, una pollera hecha de hojas de gomero que deja al descubierto que no tiene nada abajo y además habla un inglés gutural que parece alemán prehistórico. El nombre de la dama es Elsa von Freytag-Loringhoven pero en el Nueva York de aquella época se la conocía como la Baronesa Elsa, la Baronesa Dadá o El Terror de Greenwich Village. Ezra Pound menciona a la Baronesa en sus Cantos, William Carlos Williams boxeaba con ella, Djuna Barnes quiso escribir su biografía, Man Ray y Duchamp le afeitaron la vagina en el cortometraje La Baronesa se libra del vello púbico, Georgia O’Keefe le insistió en vano a su pareja el fotógrafo Stieglitz que Elsa era cosa seria, André Gide y George Bernard Shaw temblaban cuando recibían cartas de ella pero, noventa y nueve años después de aquellos tiempos, la Baronesa había ido a parar al basurero de la historia hasta que saltó a la luz que el mingitorio de Marcel Duchamp, la pieza más famosa de la historia del arte de vanguardia, no era obra del pícaro Marcel sino de ella.”

Independiente de esto que sugiere, que el urinario no es de Duchamp, sino que de ella, ya esa descripción uno solo quiere seguir leyendo. También hay muchas referencias a todos esos artistas, poetas y escritoras de esa época que tuvieron contacto y conexión con este personaje. Entonces aún ignorando la última parte, uno dice “por qué no escuché antes de ella”. Recién ahí me vengo a enterar que existe esta teoría. He tenido largas, larguísimas conversaciones acerca de Duchamp, con profesores, con amigos, con colegas, todos del mundo del arte contemporáneo. Y nunca, nunca, escuché esta teoría. Entonces cuando llegué a esa clase de narrativa, le dije “Diego, esto es verdad, que onda”. Y me dice que sí. Y ahí me puse a investigar de ella. Qué era eso que estaban escuchando mis oídos. Yo amo la figura de Duchamp; no creo que haya que quitarle tanto crédito. Quizás muy dadaísta de su parte también el guardarse tan bien el secreto [risas]. El mismo plantea un poco que el autor no existe, o que no es tan importante, o desdibuja esa figura, del artista, de la obra. Entonces entiendo que dentro de su pensamiento quizás haya sido lógico terminar adjudicándose la obra. Pero es muy extraño, e increíble. Porque además varios expertos el 2014, si no me equivoco, hicieron una votación sobre la obra más importante del siglo XX y casi unánimemente decidieron que era el urinario (foto: obra «El Urinario»)
V: Yo había leído sobre Elsa, Hustvedt escribió un libro sobre su vida. Quizás tú sabes mucho mejor que yo, pero la evidencia está en cómo se relaciona el apodo con que se firma el urinario, con el hecho que ella tenía perros, Mutt también significa madre… eso de que el urinario también es muy representativo de una vagina mirado desde cierta forma, a ella le gusta mucho lo escatológico, el tema de cargar, de ir al baño.
C: Sí, y Duchamp todo lo contrario. Era muy reservado, de hecho, lo que cuentan de la relación, porque eran muy amigos y la baronesa siempre se lo quería jotear, le escribía poemas eróticos, se le frotaba encima. Y lo hueveaba un poco justamente por esta “no-sexualidad” de Duchamp, que no aparecía ni en sus piezas, ni en su forma de ser, qué se yo. Entonces cuando una empieza a ver todas esas cosas, a conocer al personaje, se me hace mucho más lógico que haya sido de una persona como Elsa, a que haya sido obra de Duchamp.
P: Perdón he estado un poco silenciosa, me ha gustado mucho este intercambio histórico, pero a mí me interesa, si es que puedo abruptamente, escucharte a ti Camila, si pudieses hacer una observación de tu proceso artístico, creativo, investigativo. ¿En qué punto te encuentras ahora? Podrías no definirte, pero si tuvieses que acercarte, a qué rol te interesa más llegar hoy (hoy, 2020), te sientes una agente cultural, estás creando algo, o estás configurando algo… cómo te estás relacionado con el arte, más allá de tus investigaciones, dónde entra Camila.

C: Me llama mucho la labor investigativa, independiente del término, que suena muy clínico, como que la investigación artística, o la investigación más sensorial, etérea, ha sido relegada casi a ámbitos esotéricos, no a prácticas necesarias del ser. Tuve un encuentro en Barcelona con el oficio, con la cerámica, y pude ganar un poco de perspectiva hacia lo que es el estado del arte contemporáneo, las inauguraciones, las exposiciones, que parecen ser, a veces, todas muy similares entre sí. Como que hubiera ya una formulilla de la que no podemos salir. En ese sentido, en este momento me interesa más aportar desde un ámbito investigativo, de gestión, aunque creo que soy muy mala para la gestión. Pero buena para la parte de curatoría, de armar relaciones, de sacar lecturas de cosas ajenas, y mi trabajo hacerlo mucho más en privado, en íntimo (foto: obra «God» (1917), por muchos años atribuida al fotógrafo Morton Schamberg, y que fue reconocida recientemente como obra de la Baronesa por el Museo de Arte de Philadelphia).
P: Es interesante eso que comentas, porque creo que también lo comentamos en otras conversaciones, este adentro y afuera, siempre se empieza a presentar. Lo que yo hago en relación a lo que a lo que voy exteriorizando y materializando en este mundo externo. Como si estuviesen separadas: yo insisto en que no están separadas. Me parece súper interesante la figura del artista, en este caso tu figura, como una agente múltiple, que tiene interés en el arte, y no sólo se dedica a la creación propia, del oficio, o de una investigación propia, sino que comienza a apropiarse de investigaciones externas, que nutren su visión del mundo. Y aportan a esa visión del mundo. Eso es fundamental, podríamos suavizar un poco ese sentimiento quizás un poco pudoroso, de que el artista tiene que haber pasado por no sé cuánta academia, o no sé cuántos años de experiencia, para llegar a sentirse un crítico, para llegar a sentirse alguien capaz de evaluar algo. Creo que es importante que los artistas podamos sentirnos capaces, porque hemos experimentado el arte en sus múltiples facetas. Es solo de la experiencia que uno se puede inmiscuir en esos mundos, porque hay una parte de uno que se conecta, incluso de forma más profunda que si solo eres estudioso de las letras. Está bien eso, pero hay una parte experiencial que no te la voy a soltar. Porque me acuerdo, te conozco hace muchos años, y he visto tu proceso artístico, tu ojo para el color. Y después, cuando estabas en Barcelona, y también me acuerdo de que estuviste en una residencia en Estambul que en ese momento no estaba tan de moda lo de la residencia. Quizás tú que estás más inserta no lo ves, pero yo si veo como se va trenzando una cosa cada vez más interesante.

C: Quizás soy un poco romántica sobre cómo tienen que ser las cosas. Pero cuando conozco esas figuras completas, como Da Vinci, Goethe… la mayoría de los artistas que termino investigando, de alguna u otra manera, e independiente de mi investigación de mujeres, siempre son personas investigadoras, con inquietudes científicas. Eso que dices del color, que está muy ligado al estudio de la luz, en los artistas que investigué en un momento que se metieron con fenómenos lumínicos en la pintura había una coincidencia en sus biografías y era ese carácter naturalista o investigativo. Creo que tenemos un alma, un espíritu, o una cabeza que necesita entender el mundo desde muchas aristas. Y esas aristas se han ido sectorizando cuando lo natural es tener varias herramientas de varios mundos para entender algo, ni siquiera para explicárselo a un otra u otra, o escribir un paper. Solo para entender. Es como el niño, tiene que ver con lo experiencial, con el jugar, y eso me fascina. Por eso quizás echaba de menos la camaradería. Por muy tímida que sea a veces en la sala de clases el estudiante de arte, que tiene un perfil particular, retraído, introspectivo, un poco volátil, disperso. Y a mí me parece que en esas conversaciones horizontales es que se puede dar un real intercambio de cosas, que es lo que creo que va a pasar ahora, con esta nueva forma de comunicarnos, de dialogar, de democratizar el conocimiento. Hoy gracias al encierro y al confinamiento las personas están tomando cursos, cursos que siempre habían querido hacer, y que antes no tenían tiempo, su labor sectorizada específica tenía que ver con otra cosa. En cambio, hoy, el que siempre quiso tomar una clase de historia de la pintura, la va a tomar. Y el de tejido también. Y así vamos volviendo a una noción más completa y multidireccional (foto: Elsa von Freytag-Loringhoven).
V: Me hace volver a la idea del ocio. Siento que es algo que va a marcar mucho nuestra época. Si voy al campo a mirar los cerros, no lo hago para relajarme. Lo hago porque sí. La raja si después me relajo y me conecto con la naturaleza, o se me ocurre algo súper sobre lo que escribir. Pero yo no lo hice finalmente para eso, no hubo un gesto utilitario en esa decisión. Es impresionante lo normativo que se ha tornado la sociedad, incluso nuestra vida íntima. En el fondo “quiero hacer algo porque yo quiero” pero nos cuesta hacer algo para nosotras, porque sí. Es algo tan simple, es como lo que hablábamos de los afectos, movimientos tan simples, pero tan revolucionarios. La verdad es que me tiene impresionada, hace poco lo estoy integrando, aunque lo había leído mucho. Como sociedad nos cuesta mucho ver eso, porque no es algo utilitario, no es algo que se pueda “extractivar”, no es algo que se pueda poner al servicio de una máquina, de vender algo, no sé.
C: Por eso es bueno replantear las estructuras del patriarcado, porque esas zonas de los afectos estaban relegadas a la “feminidad”. Entonces, hoy en día lo que está claro es que hay que romper esos roles de género. Son generalizaciones que traen confusión, límites.
P: No sólo en el tema del género. Esto que nos está pasando es como una especie de posibilidad que se nos abre de decir “y que pasa si…”. Aparecen un montón de interrogantes que antes estaban silenciadas, o más tímidamente asomadas. Y qué pasa si hago esto, pruebo esto, comunico esto. Ahí esta el factor humano. Ahí la humanidad se presenta en su máximo esplendor: en el preguntarse algo, el pensar, sentir, y actuar en un mismo momento, independiente del resultado, ese hacer porque sí, que decía la Victoria. Sin duda, sin pensar el juzgar, o qué se va a decir, o cómo se va a concretar. El ir actuando en el mundo confiando que esa acción se va a perpetuar, aunque no lo vea, no es concreto… mi acción no termina en mí, llega a otro, a otros que no conozco. Por eso me parece tan interesantes estas entrevistas. Uno nunca sabe lo que generan en ese otro. Por eso participo de esto, que es súper potente y expansivo, especialmente en este momento curioso: agarremos esa curiosidad y explotémosla.
V: Yo creo que también es el estar abierta al error. Lo que dices de lanzarse sin controlar. “Qué pasa si…” Lo peor que puede pasar es que te equivocaste. El tiempo es tuyo, la vida es caerse, pararse. Está tan castigado el error, lo “inútil”. Este mismo proyecto hace parte eso, cada entrevista es una aventura, podríamos caernos mal, o aburrirnos. El que seamos tres es una linda dinámica. Se sale de ese ping-pong, de eso cerrado, cada una trae algo distinto e importante.
C: Entrega variedad. Es un excelente número: el esquema básico de la sociedad. Eso del ocio no es primera vez que aparece. Si, primera vez en mucho tiempo. Pero es influencia de la civilización griega, y los griegos eran buenos para el ocio. Eran rebuenos para el ocio, lo tenían institucionalizado. Y después aparece una culpa cristiana, y ya no es tan bien visto tomar vino con opio [risas].
V: Yo tengo dos preguntas que tengo que hacer sí o sí Camila [risas; Camila dice «dale dale»]. Primero: me impresionó mucho ese gesto de gesto de body-art de Elsa, y como no soy historiadora del arte, no se qué tan revolucionario fue en ese momento, y quería preguntarte a tí. Cómo habrá sido rasurarse su vello púbico y pasearse desnuda por Nueva York…

C: Absolutamente, absolutamente revolucionario. Tampoco soy experta en Elsa, hay cosas que no sé, por ejemplo, no he leído tanto su poesía, ella como poeta estaba súper valorada y publicada. Se habla de la poesía porno fonética de la baronesa, y a mí me parece que cualquier poesía porno fonética, dentro de la primera mitad del siglo XX, es sin duda una cosa absolutamente revolucionaria. Seas hombre, seas mujer, seas trans. La mina estaba ahí rompiendo un montón de estructuras. A mí por eso me gusta la biografía de ella, en que se habla de ella como artista, como poeta, pero principalmente como agitadora social. Me parece hermoso, no era solo una artista que hacía obras, sino que como decían otros, ella era la única persona viva Dadá, que respiraba Dadá, se vestía de Dada y amaba Dadá. Ella era el Dadaísmo, que lo que entra a hacer es romper todo lo que se ha hecho antes. Cuestionar estructuras del lenguaje, de las artes visuales, del teatro… Fue absolutamente revolucionaria. Aunque en cuánto a performance, body art, nunca se puede saber precisamente quién fue y dónde fue lo primero. Una de las primeras formas de las que se tiene registro sucedió en un colectivo japonés, si no me equivoco, y era un artista mujer también, que se llamaba Atsuko Tanaka. Ella fabricó una obra llamada “Electric Dress”, una de las primeras obras performáticas (foto: obra «Electric Dress» (1956)).
V: No me deja de impresionar tu dominio de tantos nombres un viernes en la noche…
C: ¡Me puedo estar equivocando! Por favor corroboren [risas]. Yo soy pésima para la historia, por eso me cuesta investigar. Yo necesito armarme mi mapita y a mi manera para entender.
V: A mi me impresionó mucho Elsa, lo dueña de su sexualidad que era también. Eso que tú decías que se lanzaba con Duchamp, ella era muy libre.
C: Absolutamente. Su biografía empieza así, ella se arranca de la casa del padre. Ya con eso está la referencia a una artista extrovertida, que “mató” muy tempranamente a su padre. Luego se casa con un tipo, pero en la luna de miel conoce a su mejor amigo, y se enamora del mejor amigo. Y se va con el mejor amigo a Canadá, y en Canadá lo meten preso por estafar a no se quién. Y le escribe cuentos pornográficos, que ella vendía por algunas monedas. Ella murió con una fuga de gas. Eso dice internet: no sé si habrá sido voluntario o no, como tantas poetas, y murió rodeada de sus perros. Era una punkie absoluta, murió con los perros que recogía de la calle, en el anonimato absoluto.
V: La segunda pregunta es sobre tu propia práctica, aunque sé que la Paula ya preguntó. Pero quizás por ese lado de artista, como creadora, si quieres lo puedes plantear desde la curatoría, que por lo menos yo siempre lo visto como un ejercicio creativo. Es algo que se debate mucho en estudios curatoriales, como a veces los curadores toman las obras como, de cierta forma, legos o ladrillos, y arman una narrativa propia, crean algo nuevo a partir de eso. Entonces si quieres, y si no, pasamos a hablar de Nelly Richard [risas] si quieres compartir en qué has estado, qué hiciste en su momento, si vas a volver, o de tu rol como curadora…

C: Yo creo que, en mi historia artística personal, a mí me gusta mucho ver el trabajo del otro, y poder hacer lecturas, y comentar desde ahí. Tengo cierta facilidad para leer el trabajo del otro. Porque también es una práctica que he realizado mucho; apenas terminé la escuela comencé a ser ayudante del ramo de taller de grado. No hay que armar clases, solo ir y ver la entrega, y comenzar a ordenar las lecturas que salen de ese trabajo, de esa propuesta, y empezar a posicionarlo, a relacionarlo. Eso me encanta, es un trabajo mental súper dinámico. En mi propio trabajo creo que he sido más errática y tímida de lo que me gustaría ser, y de lo que me gusta ver, también. En eso errático también está esa cosa del ocio, que es mal mirado, pero uno saca cosas buenas de ahí. Entonces mi trabajo más serio empezó ligado a la performance y a la video performance, que es un género que algunos no reconocen, como si el video fuera solo el registro. Pero no, yo estaba componiendo acciones que tenían un punto de vista y empecé ahí. Paralelamente empecé a pintar. Siempre me interesó el tema del color y el color está súper ligado a la luz, y a la geometría, es una triangulación de la que es difícil salir. En un momento fui demasiado formalista, como me dijeron algunos colegas, que sí, totalmente. Por eso ahora me pasa también que quiero guardarlo para mí. Me encantaría que eventualmente mi trabajo tenga repercusión social, sería maravilloso que tuviese ese alcance, pero cuando llegue el momento. Primero, estoy esperando yo encontrarme con ese trabajo soñado que creo todos los artistas tienen en el cuerpo, en la cabeza, un trabajo con el que realmente te quieres encontrar, que es encontrarte contigo mismo, al final. Sin pantallas, sin el lenguaje de por medio, solo la cosa. Ahora volví a pintar al óleo, es algo a lo que siempre vuelvo, el bodegón, la pintura clásica francesa, holandesa, me fascina. También me pregunto porque no buscar fuera de la pintura, o si quiero que mi trabajo pictórico tenga esa vocación social o simplemente es un ejercicio que yo necesito para mí. Soy confusa cuando se trata de mí (foto: Camila Alegría).
P: Ocurre algo curioso cuando el artista se empieza a confundir – que es parte de nuestra base, básicamente es nuestra condición, somos buscadores. Yo creo que no se llega nunca a un punto, no hay un punto de llegada. Me pasa con mi trabajo, es como un salto al vacío. Me acoplé a esa sensación y la valido cada vez que puedo, porque me ayuda a seguir. No es como que si yo estuviese buscando un punto de llegada: seguramente me frustraría, me querría meter a la cama y chao. Eso que tú le llamas errático, yo lo llamo buscador, experimental y creo que es fundamental, fundamental que exista. Cuando viene un artista que nació, chuta, el 95, y tiene ocho ferias encima, no sé cuántas exhibiciones, catálogos.
C: Es terrible.
P: Y digo wow, no sé cuánto tiempo se está dando, realmente, para profundizar en las oscuridades también. No profundizamos en los éxitos, profundizamos en el fracaso. Ese fracaso es fundamental. Hay un error de conceptos, que estar confuso es que uno esta mal o no está dando en el pie. Es la ilusión de la vida, de la felicidad. Cuando esté más allá, cuando logre tal cantidad de situaciones, momentos o cosas, ahí si me lanzo. Me pasa con muchos artistas que algo están esperando, cuando lo que hacen, eso es. Y ese recorrido en términos espirituales es tan importante. La espiritualidad de ese buscar lo valida casi todo.
C: Exacto. A mi se me ha hecho un poco más difícil porque sumándole a eso, yo no he sido capaz de concentrarme en un solo medio. A pesar de que la pintura siempre vuelve a mí, o yo siempre vuelvo a ella, todavía no alcanzo ese momento en que la haga propia. Imagínate, tengo 33 y me considero una pintora amateur, porque siento que no sé nada ¿cachai? Nada de pintura. Como si nadie me hubiera enseñado nada, así me pongo a pintar. Si ese fuera el ejercicio y pudiera llevarlo a cabalidad sería maravilloso, pero claro, también tengo que luchar con cosas que sé, artistas que conozco, qué se yo. Y el moverme de un ámbito a otro, el mundo performático para mí tenía una carga súper densa, casi todo el trabajo performático que hice tenía relación con la pérdida, con la muerte de una amiga cercana, empecé a tocar cosas antropológicas, de actuar frente a un suceso tan traumático, y de pérdida. Y luego tenía inquietudes formales, que siempre me han maravillado, que tienen que ver con la luz, el color. Entonces siempre he visto mi trabajo de forma muy dividida, no tengo página web. Me hice Instagram hace un par de meses por obligación social, era inconcebible no tener Instagram a estas alturas. Entonces me lo hice y dije bueno, en este Instagram voy a compartir ese conocimiento, el trabajo de otras. Porque yo no estoy lista para compartir lo que yo hago día a día. Me parece muy valiente la gente que lo hace, y a la vez, a veces, me parece un descuido, que puede ser un descuido.

V: Creo que ahí también hay una cosa de parametrizar los caminos, y de que a qué edad debieras haber hecho algo o no debieses haber hecho algo. Yo me latigué con este tema un montón porque, Camila no se si sabes, yo estudié Derecho en la católica. Trabajé dos años en una oficina de El Golf, lo pasé pésimo. Cuando hice el cambio me costó mucho. Me pasó entonces mucho tiempo, y fue algo que me costó mucho dejar, que es el compararse. Como “aghh esta persona ya ha hecho tantas curatorías”, o escribió aquí o allá y yo no he hecho nada.
C: Claro está eso en este mundo que es terrible, viene como un vértigo, un “no he hecho nada”, entonces obviamente con el tiempo he abrazado esta realidad, que no tiene que ver con la realidad exitista, con ver tu vida a través de un alineamiento de éxitos (foto: obra «Forgotten Like This Parapluie Am I by You» de la Baronesa, 1923–24).
V: Y qué es el éxito, en verdad. Lo he estado pensando mucho, qué es el éxito si lo sacamos de esa configuración actual en la cual está muy ligado al consumo, primero que nada, y al poder, verdad, ya sea simbólico o económico.
P: Es una ilusión, un paliativo al vacío existencial [risas].
C: Claro, creo que sí, es un constructo social sobre todo acá en Chile, hijos del neoliberalismo total. Cuando fui a Berlín estuve 3 meses, y mis amigos allá viven en piezas compartidas, ganan 300 euros al mes, y eran súper felices, tranquilos. Allá decir “estoy tapado en pega” es mal visto. Acá es como “ah, pero bien”. Bien, si es pega que te estimula, te interesa, te hace crecer, no cuando es una explotación. Acá adoramos la explotación.
V: Es increíble como lo internalizamos. Tengo una amiga austriaca que trabaja part-time y yo “ya pero… y que más, estás buscando pega?”. Me estresaba por ella, “solo part-time” y ella feliz. Lo encontraba tan tan raro. Acá si alguien está part-time está esperando que le salga otra cosa, o está buscando, o está en conversaciones o está postulando a un proyecto… Pero estar a propósito se me hacía tan raro. Y esa necesidad de estar haciendo… Yo no sé si es por joven, ya que soy la más joven acá [risas] pero sueño quizás con desasociar la palabra éxito de ese modelo neoliberal. No sé si es posible, no sé si habría que inventar…El lenguaje está cargado, y por eso lo que tú decías al principio Camila, de la importancia de las palabras, es algo que me gusta mucho, lo hablo mucho con mis alumnes. Les digo es importante usar una u otra palabra porque el lenguaje tiene una carga histórica que no puedes desasociar. Cuando dices “viernes negro” o “trabajar como chino”. No se puede separar las cargas con la cual heredaste el lenguaje que se te enseño. Simplemente las cargas, las llevas.
P: Yo les quiero comentar algo. Yo también viví en Argentina y pude comparar las dos sociedades y la relación con el trabajo que tienen. Es bastante impactante como nos cuesta lo de la cultura, los recursos, etc. Me llamó mucho la atención después del estallido social como la gente de pronto tenía tiempo. Había sesiones en el GAM larguísimas, de 14:20 hasta las 16:35, unos horarios curiosísimos, y la gente sí podía, tenía tiempo y eso me parece súper positivo. Se gana dignidad el momento que digo, puedo trabajar un poco menos, me doy cuenta que estaba arriba de una rueda de hámster imparable. Tener más tiempo es un privilegio absoluto, y si lo tenemos, ojalá todos lo tuvieran, cómo vamos a ocuparlo en la sociedad. Darse cuenta de que tenemos ciertas posibilidades: como vamos a ocuparlas a nuestro favor, y a favor de otros, esas posibilidades y ese tiempo. Lo digo como agentes culturales que somos, hacerse esa pregunta. Okay, ahora tienes tiempo, qué fragmento o qué fracción de ese tiempo lo vas a destinar a algún proyecto colaborativo. A pensar en otra persona, mirar al otro. Las crisis tienen que atacarnos por ese lado, cómo me voy a vincular con el otro.
V: Y cómo contribuir a una transformación que sea radical y no meramente paliativa. Que no sea solo un parche, un bono, como ha pasado tantas veces. Cómo transformamos desde la base las estructuras en las que trabajamos. Bueno estamos cansadas y va a ser harto que transcribir [risas]. Pero como última pregunta a las dos: cómo ven ustedes la herencia del 18 de octubre, que de cierta forma ya es una herencia, lo que venga después de esto va a ser algo distinto, ya se cortó la energía y el movimiento, ya no van a ser lo mismo de principios de marzo… ¿Cómo ven ustedes esa herencia hoy día con lo que estamos viviendo? Sé que es una pregunta densa, no pretendo para nada algo exhaustivo, sino un poco como lo están sintiendo y viviendo, porque imagino que todas lo hemos pensado, verdad… cómo se entrecruzan… sobre todo tú Camila, tu práctica por lo que cuentas está puesta en interrogarse constantemente en tu diario vivir. Cómo enseñas, cómo hablas, cómo exhibes tu obra o no, o de quién hablas en Instagram…. y eso es muy activista, esa interrogación.
C: Mira, cuando estaba en España y estaba la cagada con la situación feminista, antes del estallido social, en Cataluña estaban súper enfrascados en sus propios problemas ligados al nacionalismo, el independentismo. Creo que por muy revelador que haya sido lo que ocurrió a partir del 18 de octubre, hay algo mayor. Creo que hay algo que no se atiene solamente a las políticas locales. Para mí el movimiento feminista es mayor que el estallido, lo contiene. Y hay algo que contiene el movimiento feminista, y lo digo después de tener muy metido a Parra y la entrevista que les mandé. En el 87 una periodista le pregunta por la ecología y el dice unas palabras que son claves: habla de cosmovisión, de ecología, pero no en pos de la conservación del paisaje ni de los pajaritos, dice Parra, o de una especie en particular, sino que de la ecología social. Creo que todo está contenido dentro de eso; no quiero quitarle fuerza a lo que está pasando en Chile, porque me parece que lo que ha pasado en Chile es un modelo para seguir. Los países nos están mirando, porque hay muchas verdades que están saliendo a flote, independiente del lugar donde estés, y tiene que ver con el sentimiento colectivo de las personas y de que estamos llevando a este mundo, como dice Parra, a un conjunto de chatarras. Entonces a pesar de que también estoy súper enamorada del estallido, su estética, sus gritos, sus verdades, y lloré y me emocioné y todo… no quiero pecar de la misma forma que para mi los españoles pecaban en su enfrascamiento en lo local. Quizá sea controversial, pero me parece que es mayor, tiene que ver con una consciencia colectiva que estamos tomando, frente a una crisis mayor que tiene que ver con el fin del planeta y los recursos naturales.
V. Hoy día leía algo tan depresivo. Que no tendríamos la “suerte” de un apocalipsis; simplemente vamos a despertar todos los días peor, y la desigualdad va a ser cada vez más aguda, y cada día habrá más incendios, tornados, huracanes, sequías, pérdidas de biodiversidad. Yo soy cada vez mas localista, quizás lo vemos desde puntos de vista similares. ¿Tú, Paula?
P: Chuta, esto es un temón.
V: Perdónenme, es el final del día y yo tirándoles temones encima [risas].
P: No, me encanta, los temones no hay que soltarlos y hay que profundizarlos. Siento que esto es una respuesta que se nos está evidenciando. Hay varios temas. Estamos viviendo una pandemia y cada país la está viviendo de acuerdo a su situación, obviamente territorial, histórica también, cada país vive la pandemia según su historia, no podemos comparar la historia de Alemania y cómo se ha enfrentado allá la pandemia a cómo se enfrenta Ecuador, Chile, etc. Eso es un punto fundamental. Nosotros ya venimos muy fracturados en Chile hace muchos años, y lo único que hace esta pandemia es resaltar esa fractura y hacernos ver esos temas sociales que tendríamos que haber visto hace mucho tiempo… y también hay que sobrevivir, ¿no? La forma de sobrellevar esta situación es, no me gusta la palabra positiva, pero si posibilitadora, porque permite una nueva comunicación, permite lo que comentaba antes de volver a mirarnos un poco, aun así tengo la sensación de que como decía Camila, es un momento colectivo. Recuerdan las protestas en Hong Kong cuánto tiempo duraron, seis, siete meses si no me equivoco, y ahora volvieron. En el Líbano estaban en paralelo, nosotros nos inspiramos en el empujón de Ecuador. Entonces claramente todo esto es global, es epocal, estamos viviendo una crisis histórica qué es importante ver y que en ese sentido si vale la pena expandirlo fuera del local, porque obviamente cada país tiene su situación, pero hay una necesidad humana de decir “ok, este sistema nos está pudriendo, cómo vamos a hacer para renovarlo”. Y para cambiarlo. Y de repente se vio en nuestras manos. De repente se vio que tenemos 30 y no tenemos a nadie, porque los modelos antiguos ya no sirven, entonces somos nosotros la posibilidad de configurar un nuevo modelo. Y eso es fuerte. Te pone una responsabilidad importante, en crisis que son importantes. Qué le voy a transmitir yo a mi sobrino de 8 ¿le voy a transmitir los modelos antiguos que ya no sigo? Entonces estas acciones, insisto, son importantes, hablar con la gente. No sirve hablar en una entrevista de las cosas que nos importan si después vamos a una comida o un asado y no las hablamos. Es un trabajo permanente porque es una forma de ver la sociedad y somos agentes sociales de forma permanente. Sin ser densos, pero es un momento de despertar. Un volcán en erupción sin atajo alguno. A mi me encanta ser parte de esto. A veces me sacaba fotos y videos en las marchas, documentarlo para mostrárselo a mis hijas, aunque no este segura de tener o no. Pero si es así, quiero contarles que fui parte de esa historia.

V: Para mí el problema es global porque el capital es global, y las corporaciones transnacionales cómo están operando y cómo se están saltando los ordenamientos que antes las contenían de cierta forma… Creo que finalmente si solucionamos lo que está pasando, la solución será eliminar fronteras y todo eso, pero buscar soluciones desde lo local, desde la comunidad, desde el aquí y el ahora, y las condiciones y cosmovisiones propias de cada territorio.
P: Eso no es ser localista…
V: Sí, parece que estoy ocupando mal la palabra. Pero volver a esa sustentabilidad, a tu tierra, de distintas colectividades, en sintonía, con respuestas que responden a su historia, cosmovisión, heridas.
P: Creo que en general, y es divertido, tenemos esa visión que lo grande ocurre siempre a gran escala. Pero por ejemplo el cine documental que tiene tanta realidad: puedo haber visto tantas noticias de la situación en Siria y estar informada, pero basta con un documental, con una historia particular, de una familia en Siria, para que a mí [hace sonar los dedos] me cambié algo. Eso local está ligado a la cercanía con las historias (foto: documental «Be natural», sobre Alice Guy).
C: Hay una palabra que un amigo querido mío usa siempre en relación a las obras de los artistas, estudiantes… que tiene que ver con la especificidad. No es local; es específico. Un relato específico es un documento, un registro, que puede tocar fibras de muy arriba y muy abajo. Es increíble cómo uno puede entrar o salir de esas obras. Ahí quizás la importancia del arte en general, que es relato, sea narrativo o no. Pero esa especificidad lo hace un documento antropológico que nos permite acercarnos a nosotros mismos, a mí como individuo, como colectivo, como especie. En estos momentos sentimos miedos ancestrales, estamos activando glándulas de nuestros cuerpos que tienen que ver con civilizaciones que vieron morir su imperio o tribus que vieron quemarse sus pueblos. Eso estamos viviendo en nuestro ADN.
V: Lo que más he pensado esta conversación es el tema la responsabilidad, y cómo nos vamos haciendo cargo las 3 desde nuestro espacio, nuestras especificidades, Camila te voy a copiar la palabra me encantó.
C: Del Mono Silva es la palabra.
V: Sí. Bueno hacernos responsables, efectivamente, el capitalismo tardío, yo siempre me reía, sabemos que se va a acabar, pero qué viene ahora. Se está poniendo el sol. Y no sé, lo que dices tú Paula, los modelos de arriba ya no sirven, estamos construyendo algo, y eso se construye también con lo que estamos haciendo ahora, inconscientemente o sin darnos cuenta, estamos construyendo algo, haciendo algo que antes no se hacía. Hace 4 meses esto nunca habría sido, no habría tenido esta modalidad, no habría sido a esta hora, no habríamos sido las 3, no habrían sido estos los temas. Nada, les agradezco demasiado su tiempo, las ganas, estar dispuestas a compartir. Ha sido una semana pesada, me dan ganas de llorar, me emocioné [risa cansada] Es que son tan lindas las dos. A ti te conozco hace unas horas, a la Paula hace más, pero les prometo que ver y hablar con mujeres así, para mi eso es el éxito, aunque sea una palabra fea. Es como ya. Lo hacemos.
C: Encontrarse con el otro y en el otro. En la otredad.

P: En algún momento tú le preguntaste a la Camila qué la hacía ir a estas historias de mujeres, y qué la hace escucharlas o leerlas y yo creo que simplemente es por un tema de complicidad. Es una opinión súper personal, pero yo siento que hay mucha complicidad entre las mujeres. En alguna época se nos quemó por brujas, por intuitivas. Entonces es súper interesante este tema, de la complicidad, de decir escuchémonos, mira que interesante esta mujer.
V: El otro día vino una mujer bacán, hizo algo parecido a lo que hice yo de cambiarse de rubro, renunció en Enero a su pega y estaba un poco nerviosa con lo que está pasando y quería que habláramos. Y le dije: nunca le trabajes gratis a nadie excepto a ti misma, a menos que sea tú proyecto, que tú quieras hacer. Y dos, las mujeres son tus amigas. Yo en todo lo que ha sido este salto extraño, siempre las mujeres han tratado de ayudarme, por lo menos esa ha sido mi experiencia. Conocí hombres bacanes, pero esa complicidad que tú hablas, ese radar común que todas tenemos, de experiencias similares…Le decía a Joaquín, cuando una mujer vaya a hablar contigo de tu pega, que es una forma de decir que estay buscando oportunidades… Péscala. Haz tu pega como hombre y ayúdala a subirse al tren. El tema es difícil de forma transversal en todas las industrias. Estamos unidas en una sororidad que es preciosa. Para mi un gran regalo en mi vida es haber descubierto esos espacios.
Y más sobre Alice. También les invitamos a ver un documental en el que grandes personalidades de Hollywood han estado trabajando para recomponer la historia de esta mujer. Se llama «Be Natural», y puedes verlo aquí.